La verdad es que si ya es difícil realizar una visita turística a una capital europea teniendo tan solo 24 horas para ello, imaginaros realizarla con solo 24 horas y además con un niño pequeño.
Obviamente no es algo que te impida realizar un recorrido por una ciudad visitando sus lugares más emblemáticos, pero si debes renunciar a algunas visitas, como por ejemplo la entrada a museos.
Aprovechando la necesidad de volver a viajar, aprovechamos un fin de semana para desplazarnos hasta Lisboa con nuestro hijo de 3 años. Una salida no demasiado larga, ya que desde la frontera de España hasta la capital de Portugal tardamos como unas 2 horas en coche por la autovía.
Nuestra intención era pasar la tarde del sábado, el domingo completo y volver a casa el Lunes. Visitar el Oceanário de Lisboa y visitar la ciudad.
Para evitar meternos en el centro de Lisboa en coche, decidimos buscar un hotel en la zona del Parque de las Naciones y al final nos decidimos, y creo que acertamos, por el Hotel Olissippo Oriental, muy cerca del Centro Comercial Vasco de Gama y a 5 minutos del Oceanário de Lisboa.
Tras pasar la tarde del sábado paseando por las antiguas instalaciones de la Expo 2013 de Lisboa y cenar en el centro comercial, nos retiramos al hotel a descansar para afrontar nuestras 24 horas completas dedicadas a visitar Lisboa.
Visitar Lisboa en un día:
Para visitar Lisboa en un día se debe renunciar a algo. La ciudad tiene el encanto y las atracciones suficientes como para dedicarle al menos 2 días, pero lo breve de nuestra escapada, unido a que íbamos con un niño de 3 años, nos obligaba a renunciar a entrar en museos.
Comenzamos el día visitando el Oceanário de Lisboa para que el pequeño disfrutara de los peces. Con las entradas compradas por internet, entramos al Oceanário de Lisboa a eso de las 10:30 horas. Allí permanecimos hasta que el pequeño se cansó y dijo que no quería ver más peces, así que sobre las 13 horas pusimos rumbo al Centro Comercial Vasco de Gama donde comímos.
Una hora más tarde, desde la Estación de Oriente, cogimos el metro con destino al centro de Lisboa, en concreto a la estación de Restauradores, en la plaza de mismo nombre, lugar desde donde comenzaríamos nuestra ruta por la ciudad.
Desde la Estación de Oriente hasta la Plaza de Restauradores el trayecto, trasbordo incluido, no dura más de 15 minutos. Se toma la linea Vermelha, dirección S. Sebastaiao. Allí, se toma la linea Azul dirección Santa Apolonia para bajarnos en restauradores.
La salida en en la misma Plaza de Restauradores, desde la que ya se divisa el Elevador de Santa Justa, desde el que subimos a Baixa – Chiado.
Subida en el Elevador de Santa Justa:
Pues eso, un ascensor para subir a la parte alta de Lisboa y evitar las empinadas calle o las escaleras. Como reclamo del Elevador de Santa Justa, el mirador que hay en su cumbre desde la que se tienen una bonitas vistas de Lisboa o el subir en un antiguo elevador que hoy en día es monumento nacional. Si vas un Domingo y en hora punta, como a partir de las 12 horas, probablemente tardes más en hacer cola para subir al Elevador de Santa Justa que en subir las escaleras hasta Baixa- Chiado. Además, la subida en el Elevador de Santa Justa no dura más de 2 minutos y tiene un coste de 1,50€ que se abonan al entrar en el mismo elevador. En efectivo (Importe exacto), tarjetas de credito o con las distintas tarjetas de transporte de la ciudad. Nosotros pagamos con viajes de metro, es decir, pasamos la tarjeta del metro y se nos descontó 2 viajes (2,80€).
Una vez arriba, salimos a Chafariz do Carmo, una pequeña plaza junto al Museo Arqueológico del Carmo. Por la Rua de la Condessa llegamos hasta la Igleja de Sao Roque y por la Rua da Misericordia bajamos hasta el Largo de Camoes, junto a la Igleja de Nossa Senhora da Encarnaçao.
Proseguimos bajando hasta la Plaça do Municipio. En este punto decidimos no acercarnos hasta Cais do Sodre, Estación desde donde sale los trenes hasta Belem. El niño estaba dormido y no queríamos despertarlo, así que decidimos ir hasta la Plaça do Comércio y sentarnos en el paseo junto al mar a descansar un rato mientras el niño dormía.
Tras el descanso, tomamos la comercial Rua Augusta con mucha tranquilidad, curioseando por algunas tiendas y bares de la calle hasta llegar a la intersección con la Rua da Conceiçao que tomamos para subir hasta la Sé de Lisboa.
Desde la Sé de Lisboa, y viendo que el tiempo se empezaba a poner mal, bajamos hasta Rossio, desde donde volvimos a salir a la Plaça Restauradores desde donde tomamos la Avenida da Liberdade hasta la Plaça do Marqués do Pombal desde donde tomamos el metro de vuelta al hotel.
Como véis, dimos un enorme paseo y aprovechamos para visitar Lisboa aunque nos quedamos con las ganas de llegar hasta Belem, pero entre el niño, cansado, y el tiempo que estaba poniéndose cada vez peor, decidimos evitar esa parte.
Un consejo. Imprescindible el carrito del niño y calzado cómodo. Lisboa se caracteriza por los adoquines y el empedrado de calle y aceras. Visitar Lisboa con calzado poco cómodo, poco flexible o con tacones es una auténtica tortura.