A Kuala Lumpur llegamos sobre las 10 de la mañana en vuelo de Air Asia al aeropuerto LCCT, o lo que es lo mismo, al aeropuerto de bajo coste que utiliza Air Asia y que está a unos 70 Km de la capital.
Para llegar a Kuala Lumpur hay que utilizar el bus, para ello, al final de las terminales están las paradas de varias compañías que hacen el trayecto. Nosotros nos decidimos por Sky Bus, propiedad de Air Asia, que por unos 9RM por persona, te llevan hasta Sentral Station, la estación central de Kuala Lumpur.
Al llegar a Sentral Station, el punto neurálgico del transporte en la capital, el bus te deja en el sótano o nivel inferior, y para coger el Monorail como era nuestro caso, no hay que subir ni entrar en la estación, como así hicimos. Después de un rato perdidos por fin dimos con el camino al Monorail, simplemente había que volver a donde nos dejó el bus, cruzar y seguir la acera hasta la calle, allí, se cruza la carretera y por la acera, a unos 25 metros a la derecha, está la Estación KL Sentral.
El funcionamiento de las máquinas para los tickets del Monorail es similar a la del metro de Singapur, con la excepción de que en Kuala Lumpur son fichas en vez de tarjetas.
Ya en el Monorail, pusimos dirección a la Estación de Raja Chulan. El Monorail solo tiene una linea que cruza la ciudad en diagonal, y la parada más cerca de nuestro hotel estaba en la unica linea. Llegamos en 5 minutos, y con las mochilas a cuestas, fuimos a buscar nuestro hotel. Tambíen nos despistamos. Sabíamos que estaba cerca del Centro Comercial Pavillion, pero nos despistamos y en vez de dejar el centro comercial a nuestra derecha lo cruzamos, teniendo después, en pleno despiste, que rodearlo.
Por fin llegamos a nuestro hotel, el Royal Chulan, un hotel enorme de 5 estrellas que habíamos reservado a través de Asiarooms.com. Por lo que vimos, el hotel estaba completo. Había una especie de convención-celebración hindú, además, era fin de semana de F1. Entregamos nuestra reserva en recepción y tardaron como 20 minutos en buscarnos una habitación. Creo que no encontraban habitaciones que se ajustaran a las ofertadas por internet. Al final nos dieron una en la planta 10, justo en el mismo vestíbulo donde se cogen los ascensores. Por un lado bien, estábamos al lado del ascensor, por otro mal, temía que el ruido de los ascensores y de la gente fuera insoportable. Al final muy contentos con la habitación, amplia, lujosa, cómoda y muy silenciosa, solo que las vistas daban a la parte de atrás del hotel y no a las Petronas, que son las más caras.
La habitación tenía una enorme cama de matrimonio, un escritorio con sus aperos para hacer té o café, minibar, una enorme pantalla de tv, armarios, caja fuerte, plancha, un rincón de lectura con butacón y lámpara además de un completísimo aseo.
Visitando los lugares de interés en Kuala Lumpur
Nuestra primera intención, nada más salir del hotel, era dirigirnos a las Torres Petronas. Para ello, lo hicimos a pie y por la calle, después descubrimos la mejor forma para ir desde Pavillion, y además lo hicimos sin mapas, es decir, siguiendo con la vista las Petronas.
El calor era inmenso y por fin llegamos a la base de las Petronas, donde al coincidir con el Gran Premio de F1, estaban montando un gran escenario. De las Petronas pusimos rumbo a la Torre Menara, para mi, toda una perdida de tiempo. A la Torre Menara llegamos también andando, sorteando el tráfico y las calles malayas bajo un sofocante calor. Lo bueno, es que desde la entrada al recinto, hasta los pies de la Torre, hay un servicio de transporte, y la verdad que se agradece.
La entrada no es barata, unos 45RM por persona, y junto con el acceso a la Torre te daban una entrada para una especie de zoo. Hicimos cola, y como todas las colas en Malasia, primero están los que el responsable del orden quiera, así que mientras hacíamos cola, más de una chica se nos adelantó por gracia divina del dedo del vigilante.
Cuando logramos entrar en el ascensor de subida ya llevábamos unos 15 minutos esperando. El ascensor te deja en el mirador de la Torre. Una estancia redonda y acristalada donde tienes una panorámica 360º de Kuala Lumpur. Todo el mundo habla maravilla de las vistas, a mi, particularmente, me defraudaron, tienes una visión de la ciudad normalita, para nada espectacular, y lo más llamativo que sería ver desde lo alto las Torres Petronas, pues me defraudó aun más. Las vistas que se tienen de las famosas torres es de costado, no se ven en toda su plenitud, con lo cual, al menos yo, me sentí estafado.
Tras una hora, más o menos en la Torre Menara, volvimos a poner rumbo a las Torres Petronas, en cuya base, en centro comercial, comimos.
Tras la comida, buscamos la primera estación del metro para acercarnos hasta ChinaTown. Nos bajamos en la Estación Masjid Jamek, junto a la Mezquita y a escasos metros de Little India, y de nuevo, sorteando el tráfico, bajamos hasta China Town.
China Town es un absoluto mercado de falsificaciones muy bien montado. Puedes encontrar de todo, y si no lo tienen, los pides. Todos los puestos están comunicados por Takies, con lo cual, el último puesto sabe lo que te han ido ofreciendo por lo que buscas. La estrella es el reloj falso, tienen de todas las marcas y modelos, y todos lo ofrecen. Yo al final terminé comprando un Omega, falso por supuesto, por unos 80RM. Reconozco que no se regatear, pero era lo que llevaba en la cartera, así que de los 200RM que en un principio me pedía el tendero, creo que obtuve un buen precio.
Tras el paseo de rigor por China Town, volvimos a subir la calle hasta la Plaza Merdeka y de ahí a la Mezquita Masjid Jamek. Caía la tarde y era hora de volver al hotel para una reponedora ducha y salir a cenar.
Para cenar nos fuimos al cercano Pavillion, iba buscando Sushi y en su última planta había una zona llamada Tokio Street donde se presumía que podía encontrarlo, pero nada, así que bajamos hasta la planta baja del centro donde si encontramos un restaurante de Sushi, donde no pudimos disfrutar mucho, pues cerraban a las 22 horas y no nos sirvieron mucho de comer.
Para la noche teniamos pensado volver a las Petronas, de noche ganan mucho más que de día. Para ello, desde Pavillion fuimos por a pasarela sobre la calle que sale del centro comercial, todo un acierto, pues en unos 10 minutos te plantas en el KLCC Park, junto a las Petronas. El parque estaba bastante solitario, pero desde allí, las vistas de las Petronas era alucinante, paseamos por el parque hasta la base de las Petronas, donde está el lago, pero esa semana, el lago estaba vacio por mantenimiento.
Segundo Día en Kuala Lumpur:
El segundo día en Kuala Lumpur teníamos previsto ir hasta las Batu Caves, a unos 30 Km al norte de la ciudad, un lugar sagrado para los Hindús.
Tras un copioso desayuno en el hotel, tengo que decir que el desayuno fue increible, enorme, abundante, variado, en dos palabras, in-presionante, pusimos camino hasta la Estación de Raja Chulan, para tomar el Monorail hasta la Estación de Sentral.
Ya en Sentral, tal como se sube desde los autobuses, a la derecha, veréis el mostrados de KTM Comuner, la compañía que hace el trayecto desde Sentral hasta las Batu Caves en tren. El precio del billete, ida y vuelta, no es caro, unos 4RM por persona, y el tren se coje en el piso inferior. Como nota curiosa, los vagones centrales del comboy están reservados solo para mujeres, y así, está remarcado en el suelo y en paneles superiores.
Tuvimos la mala suerte que el tren que tenía prevista su llegada a Sentral a las 10:15 am se fue retrasando y retrasando hasta las 12:00 pm en el que por fin montamos en el tren dirección a Batu Caves. La estación del tren está junto al acceso a las cuevas.
La zona principal de Batu Caves son unas enormes escaleras que llevan hasta la cueva principal, franqueada a un lado por una enorme figura dorada de un Buda. Es conocido las recomendaciones de no dar de comer a los monos que campan a sus anchas por las escaleras, pues se pueden poner muy violentos, pero en nuestro caso, solo vimos un mono, más preocupado de sus cosas que de los turistas.
La subida, debido al calor y la humedad se hace muy cansina y pesada, más, si te encuentras a un personaje, como nos lo encontramos nosotros, recriminando a los turistas que parasen en las escaleras a descansar.
Tras dedicarle un buen tiempo a subir escalones, por fin llegamos a la cueva. Allí, además de un puesto con souvenirs y una música horrorosamente repetitiva, se encuentran una serie de capillas, donde familias hindúes, se sientan a su entrada a modo de picnic. Accedimos a la última parte de las Batu Caves, subiendo unos cuantos escalones más, donde había otra capilla.
Tras pasar, prácticamente, toda la mañana en las Batu Caves, pusimos rumbo de nuevo a Sentral, donde comimos algo en los alrededores y pusimos rumbo a Little India.
Nos bajamos en la Estación Masjid Jamek, junto a la Mezquita, que al ser viernes, estaba repleta de personas. Tras la estación del metro comienza lo que es Little India, un estrecho pasillo formado por tenderetes donde se vende todo tipo de cosas, no tantas falsificaciones como en China Town, pero si algunas. El estrecho pasillo termina en una zona repleta de restaurantes hindúes y tiendas de velos y telas.
Caía la noche en Kuala Lumpur después de nuestro paseo por Little India, y era el momento de regresar al hotel a darnos una ducha y prepararnos para la última noche en Malasia.
Para la última noche nos desplazamos hasta la zona de Imbi, allí, hay varios centros comerciales, yo tenía intención de ir a uno de electrónica, pero a las 21:30 horas, ya estaba cerrado. Entramos en el Plaza, el famoso centro comercial que tiene una montaña rusa en su interior, el centro comercial no estaba muy animado, se ve que el Pavillion le ha comido terreno, pero aun así, cenamos en una especie de Food Court que había, bastante solitario, y por muy poco precio.
Tras la cena y el paseo por el Centro Comercial, decidimos acercarnos andando por la zona de Bukit Bintang, ya que desde el Monorail habíamos visto mucha animación.
Subimos por Jalan Sultan Ismail, y la verdad es que la calle estaba super animada. Muchas terrazas, restaurantes, salones de masajes, era lo que parecía, la zona roja de Kuala Lumpur. Muchísima gente caminaba de un lado para otro, en algunos callejones se veía prostitución, generalmente de travestis. Cientos de chicas uniformadas ofrecían, folleto en mano, grandes y relajantes masajes a las puertas de los salones, donde se podían ver a los turistas relajados en grandes sillones como sus pies eran masajeados.
Cada dos por tres, en la calle, todo tipo de persona nos ofrecía teléfonos, que si Iphones, que si Notes, por supuesto, robados.
La verdad es que el lugar está muy animado, con muchísima gente, algo que me hizo temer por la posibilidad de carteristas, pero al final, a eso de las 00:30 horas, regresamos andando hasta el Pavillion, y de ahí, al hotel a dormir.
El último día en Kuala Lumpur lo dedicamos a ver tiendas y pasear hasta que nuestro vuelo saliera rumbo a París a las 1:20 de la madrugada.
Nos levantamos más tarde de lo habitual y tras desayunar, subimos a nuestra habitación a hacer el equipaje. Dejamos las mochilas en recepción y nos marchamos hasta Pavillion, allí, pasamos casi toda la mañana de tiendas, más viendo que comprando.
Comimos en el mismo Pavillion y después, andando, fuimos hasta Imbi, visita al centro comercial de electronica, flipante y a eso de las 18 horas, volvimos al hotel a recoger la mochilas.
Para ir al aeropuerto, desde Sentral, volvimos a coger el Skybus, y en unos 40 minutos estábamos en el aeropuerto.
Puntuales embarcamos rumbo a París, diciendo adiós a nuestros 10 fascinantes días por Malasia.