Encontrar un hotel barato en el centro de Roma no es excesivamente difícil ya que la capital de Italia es uno de los centro turísticos más importantes de este planeta y recibe a millones de visitantes a lo largo del año.
Es por tanto donde vamos a encontrar una de las ofertas hoteleras más amplias, para todos los gustos y para todos los bolsillos.
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Como viene siendo habitual en nosotros, aprovechando una nueva gira de U2, en esta ocasión con motivo del 30 aniversario de la publicación del álbum «The Joshua Tree», decidimos hacer una escapada rápida a Roma para asistir a uno de los conciertos que el grupo iba a ofrecer en el Estadio Olímpico de Roma.
Para ello, y con la entrada y el vuelo comprados desde Enero, comenzaba la busqueda de un hotel barato en el centro de Roma que nos permitira movernos por la ciudad que no se caracteriza por su gran oferta de transportes.
The B Place Hotel, un hotel barato en el centro de Roma
La zonas más demandadas de Roma son aquellas que permiten desplazarse a los principales puntos turísticos de la ciudad en poco tiempo. Laz zonas comprendidas entre el Vaticano, Plaza de San Pedro, Museos Vaticano por un lado y la Fontana di Trevi, Pantenon y Coliseo por otro, son las zonas donde más oferta hotelera puedes encontrar en Roma.
Dependiendo de lo que busque en un hotel y de lo que estés dispuesto a gastar, podrás elegir entre multitud de establecimento.
En nuestra elección de hotel y basásandonos que estaríamos en Roma apenas 40 horas, buscábamos un hotel barato en el centro de Roma que nos permitiera acercarnos a los principales puntos turísticos de Roma a la vez que no estuviera lejos de la Piazza del Popolo, lugar donde parte la línea 2 del Tranvia que lleva hasta el Estadio Olímpico de Roma.
Después del una búsqueda y lecturas de algunas críticas, nos decidimos por el The B Place Hotel, situado en la Via degli Scipione, a 50 metros de la estación de metro de Lepanto y a 10 minutos andando del Vaticano.
The B Place Hotel es un pequeño establecimiento situado entre otros 2 hoteles. Cuenta con apenas 20 habitaciones repartidas entre los bajos, primera y segunda planta.
Un establecimiento sin muchos lujos ni grandes infractructuras, con algunas carencias suplidas por la amabilidad de su personal, e ideal si lo que buscas es un lugar tranquilo para dormir en tu viaje a Roma.
La Reserva en The Be Place Hotel de Roma
Encontramos el mejor precio posible en la misma web del hotel, ya que si efectuabamos la reserva con bastante antelación obteníamos un descuento del 50%, o lo que es lo mismo, 2 noches por el precio de una, además de incluir el desayuno.
El único requisito es que si decidíamos cancelar la reserva solo tendríamos derecho a la devolución del 50% del importe.
Finalmente, una habitación con cama de matrimonio, con desayuno incluido, nos costó 180€ las 2 noches (impuesto municipal aparte).
Las habitaciones
Como os he dicho, este hotel barato en el centro de Roma consta de apenas 20 habitaciones, la mayoría de ellas distribuidas entre su primera y segunda planta, la tercera se reserva para el comedor y la terraza, y a las que se accede gracias a un pequeño ascensor con capacidad para 2 personas de comprensión normal.
Las habitaciones son amplias, con decoración sobría, sin muchos lujos y muy luminosa gracias a sus dos amplias ventanas.
Una estancia principal donde se encuentra la cama de matrimonio a un lado y enfrente un escritorio y sillón aprovechando el hueco existente entre el armario y una de las ventanas.
A ambos lados de la cama dos puff hacen las veces de mesillas, apliques a ambos lados y enchufes.
Frente a la cama, en la pared sobre el escritorio, una pequeña televisión plana con multitud de canales.
La habitación dispone de aire acondicionado regulable, minibar, caja fuerte y wifi gratuito.
El Aseo
El cuarto de baño es completo, ducha, lavabo, wc y bidé dentro de un espacio algo reducido con una decoración sobria, sin lujos y con griferia algo antigua.
En una esquina, la ducha fija en la pared y su plato separada del resto por una mampara. Junto a esta el wc y en frente el lavabo y bidé.
El aseo dispone de secador de pelo y se pueden encontrar algunas amenities como jabon de manos o gorro de ducha.
El desayuno
Es el punto más flojo del hotel, casi para echarse a llorar. El comedor está situado en la tercera planta y dispone de una amplia terrraza al aire libre en la que da el sol de lleno desde primera hora de la mañana.
Dentro, un modesto comedor, con un mobiliario algo anticuado con una gran cristalera que deja pasar toda la luz de la terraza.
Al buffet que se ofrece como desayuno no se le puede llamar ni continentan. Es muy escaso, tan escaso que como únicos productos elaborados que ofrecen son salchicas cocidas, que son presentadas en un plato, con lo que tras unos minutos no es raro encontrarselas resecas y arrugadas, y huevos cocidos.
El resto de productos que encontramos fue, jamón york, salami, queso, cereales, bollería industrial, yogurt, macedonia de bote, pan, mermeladas y mantequillas. Además, café, leche, un par de clases de zumos y agua para infusiones.
También existe la posibilidad de pedir un capuchino a la camarera.
Nuestra experiencia en este hotel barato en el centro de Roma
Sabíamos que íbamos a un sitio sin grandes lujos, de echo, lo que más valoramos de él es su localización. Muy cerca del metro, a un paseo del Vaticano y a 5 minutos andando de Via Crescencio, calle donde para el Bus Shutter que nos trasladó desde el aeropuerto de Fuimicino a Roma.
Por otro lado, el edificio es antiguo y se ve que se ha ido adaptando a los tiempos. Por suerte las habitaciones no tienen moqueta y el suelo es de tarima, pero por contra, las ventanas disponen de persianas para evitar la luz y en nuestro caso una de ellas estaba rota, no bajaba, y la cortina dejaba pasar la luz.
También es destacable que pese a contar con ventanas modernas de PVC, estas dejan pasar el ruido. Y menos mal que la calle no tiene mucho tráfico por que es normal oir algún motor en plena noche.
Otra de las cosas que no nos gustó y que comprobamos la segunda noche es que si tienes vecinos ruidosos, es normal oir los murmullos de sus conversaciones a través de la pared.